«Cuanto más se desprende el alma de la tierra, más puede entrar en oración. Para convertirse en almas de oración, almas verdaderamente unidas a Dios, hay que ser almas sacrificadas. Hay que esforzarse por ello, trabajar por ello, desearlo. Y para poder sacrificarse, hay que rezar, pedir a Dios la fuerza para hacerlo.» (Padre Mathurin de la Madre de Dios)
«¿Queréis ser almas a las que Dios dirige, instruye, asiste, ilumina, aconseja en todas las actividades, almas dóciles en Sus manos? ¡Sed almas de oración! Este es el secreto de los Santos. Todos los Santos han sido almas de oración, incluso aquellos que debieron tener una vida muy activa y agitada.» (Padre Juan Gregorio de la Trinidad)
«Nuestras oraciones deben ser el reflejo de un deseo vehemente, violento, ardiente e ilimitado. Le agrada tanto a Dios. -Oh mi Soberana, oh Madre, me entrego a Vos; guardadme!» (Padre Juan Gregorio de la Trinidad)
«Es con humildad que debemos dedicarnos a esta devoción del Santísimo Rosario, sin querer razonar todo. Aquellos que recitan el Rosario con sencillez y humildad cosecharán los frutos que le acompañan. Cuando queremos entender todo antes de actuar, nunca hacemos nada.» (Padre Mathurin de la Madre de Dios)
«Rezar, clamar constantemente hacia el cielo, así es como debe ser la vida de un cristiano porque estamos en constante peligro de hundirnos en el mar tempestuoso del mundo. Se os dará la gracia en abundancia, hermanos míos, según la intensidad de vuestra oración.» (Padre Juan Gregorio de la Trinidad)
«Estamos lisiados, languideciendo... La ayuda que necesitamos viene de la Santísima Virgen. Ha encontrado gracia ante Dios y Dios no puede negarle nada. Jesús mismo es la Misericordia Infinita y es Su Hijo. María tiene la llave de todas las misericordias divinas. Recurramos a Ella. Pidamos Su ayuda, Su asistencia.» (Padre Mathurin de la Madre de Dios)
«Os deseo la gracia de ser verdaderos siervos de Dios, siervos que no pongan límites a su don, que sigan a Jesús donde quiera llevarlos, siervos que escuchen Su voz para llevar a cabo no sólo Su Voluntad, sino también Sus menores deseos, con atención, precisión, fidelidad y cordialidad...» (Padre Mathurin de la Madre de Dios)
«Seamos almas contemplativas de la Cruz y de la Pasión de Jesús. Es en esta meditación de la Pasión donde los Santos encontraron el valor de sufrir todo en la tierra, de mortificarse, de sacrificarse por Dios, de despreciar los honores, de aceptar el desprecio, las humillaciones.» (Padre Juan Gregorio de la Trinidad)